Como ya hemos comentado en otros artículos, el aceite de algodón puede utilizarse en nuestras cocinas para elaborar verdaderos manjares, ya que estas semillas oleaginosas contienen muchos aportes nutritivos que benefician al organismo. Sin embargo, tras pasar por un proceso de prensado previo, se detecta en él una sustancia tóxica llamada gosipol que le otorga un sabor muy picante y que lo hace muy peligroso.
¿Cómo solucionarlo? La respuesta es muy sencilla: el aceite de algodón debe someterse a un proceso de refinación, desodorización y extracción por solventes en las máquinas pertinentes con el fin de que esta sustancia desaparezca del todo. Así, este producto se convertirá en un comestible apto para el consumo humano.
Hay que recordar que este aceite deriva de las semillas de algodón, las cuales son separadas de las fibras que se utilizan para la industria textil y que no se pueden ingerir sin un tratamiento previo, por lo que le invitamos a que eche un vistazo a nuestras líneas de producción y plantas de aceite, las cuales podrá encontrar en el apartado de Productos de nuestra página web.
A pesar de esto, el aceite de algodón tiene más beneficios que inconvenientes. Cuenta con un alto nivel de grasas “buenas” o poliinsaturadas gracias a su gran aporte de Omega 6, por lo que ayuda a proteger el organismo de infecciones coronarias y vasculares, y además puede beneficiar a pacientes con neuropatías, tales como el alzheimer o la esclerosis múltiple.
De igual manera, posee un alto contenido en vitamina E, lo que hace que este aceite se conserve en buen estado durante más tiempo. Asimismo, su sabor es neutral y no mantiene el gusto de otros alimentos que han sido cocinados en él, por lo que puede volver a utilizarlo sin preocuparse de si conserva la esencia de otros comestibles.