El aceite de girasol es un aceite comestible de origen vegetal que se extrae de las semillas o pipas del girasol Helianthus Annus. El almacenamiento correcto de las pipas de girasol (preferiblemente en un lugar con buena ventilación y a una temperatura de 7 a 14 grados centígrados) es fundamental a fin de evitar que las semillas pierdan sus propiedades o se degraden de tal forma que produzcan sabores o colores no deseados en el aceite extraido. Las pipas se obtienen mediante el procedimiento de descascarillado tras una limpieza previa. En cuanto a las cáscaras, también se pueden emplear para usos energéticos o para la producción de piensos para animales.

 


En el proceso siguiente se trituran las semillas con el objetivo de liberar el aceite de girasol contenido en el interior de sus células. La extracción industrial de aceite de girasol se lleva a cabo mediante el uso de disolventes autorizados, incluyendo el agua, que lo separan del resto de elementos celulares. Posteriormente el aceite debe ser refinado a través de sistemas que garantizan la eliminación de fosfolípidos y metales. A continuación los ácidos grasos libres se someten a un proceso de neutralización y también son eliminados. En las etapas siguientes se eliminan las sustancias colorantes contenidas en el aceite mediante el uso de tierras naturales o activadas y el aceite se desodoriza en caso que sea necesario. Gracias al proceso de refinado, el sabor del aceite se torna más suave y su grado de acidez es menor.